En el sitio en que tres lobulillos clásicos hacen contacto entre sí se incrementan los elementos del tejido conectivo, y estas regiones se conocen como áreas portales (tríadas).

Las áreas portales albergan ramas más delgadas de la arteria hepática, tributarias de la relativamente grande vena porta, conductos biliares interlobulillares (reconocidos por su epitelio cuboideo simple) y vasos linfáticos. Estos vasos y los conductos siguen el eje longitudinal de cada lobulillo (fig. 18-8eB). Las áreas portales están aisladas del parénquima hepático por la placa limitante, que es un manguito de hepatocitos modificados. Hay un espacio estrecho, el espacio de Möll, que separa a la placa limitante del tejido conectivo del área portal.

Aunque cabría esperar seis áreas portales alrededor de cada lobulillo clásico, se encuentran sólo en un corte al azar tres áreas portales igualmente distribuidas. A toda la longitud de cada base y de cada conductillo biliar dentro del área portal surgen ramas finas, conocidas como arteriolas distributivas; al igual que los brazos estirados, alcanzan a sus contrapartes en las áreas portales vecinas. Se ramifican vasos más pequeños, conocidos como arteriolas de entrada, desde las arteriolas distributivas (o desde el vaso original). Por añadidura, los conductos biliares interlobulillares se encuentran vascularizados por el plexo capilar peribiliar. Las vénulas son también de dos tamaños: venas distributivas, más grandes, y vénulas de entrada, más pequeñas.

El eje longitudinal de cada lobulillo clásico está ocupado por la vena central, rama inicial de la vena hepática. Los hepatocitos se proyectan, al igual que los rayos de una rueda, desde la vena central, y forman placas fenestradas anastomosantes de células hepáticas separadas entre sí por grandes espacios vasculares, que se conocen como sinusoides hepáticos (18-8eC y 18-9L).