Senos paranasales

Los huesos etmoides, esfenoides y maxilares superiores del cráneo tienen espacios muy amplios tapizados por epitelio perióstico, los senos paranasales, (llamados así por su ubicación), que se comunican con la cavidad nasal. La mucosa de cada seno está compuesta por una lámina propia de tejido conectivo y adherido al periostio. La delgada lámina propia (o propria) se parece a la de la cavidad nasal, ya que también contiene glándulas seromucosas y elementos linfoides. El epitelio respiratorio que tapiza a los senos paranasales, como el de la cavidad nasal, tiene gran cantidad de células cilíndricas o columnares ciliadas cuyos cilios barren a la capa de moco hacia la cavidad nasal.

Nasofaringe

La faringe se inicia en las coanas, y se extiende hasta el inicio de la laringe. Esta cavidad continua se divide en tres regiones: la superior, o nasofaringe; la media, u orofaringe (llamada también bucofaringe), y la inferior, o laringofaringe. La nasofaringe está cubierta por epitelio respiratorio, en tanto que la orofaringe y la laringofaringe lo están por epitelio escamoso estratificado. La lámina propia (o propria) está constituida por tejido conectivo laxo y denso dispuesto irregularmente, muy vascularizado y con glándulas seromucosas y elementos de tejido linfoide. Esta lámina se encuentra fusionada con el epimisio de los músculos de la faringe. La lámina propia (o propria) de la parte posterior de la nasofaringe contiene a la amígdala faríngea, que corresponde a tejido linfoide no encapsulado, mismo que se describió en el capítulo 12.

Laringe

La laringe, situada entre la faringe y la tráquea, es un cilindro corto y rígido de 4 centímetros de largo por 4 centímetros de diámetro. Es el órgano de la fonación, y previene la entrada de sólidos o líquidos al sistema respiratorio durante la deglución. Las paredes de la laringe están reforzadas por varios cartílagos hialinos (el cartílago tiroides, los dos cricoides, y la porción inferior de los dos aritenoides) y cartílago elástico (la epiglotis, el par de cartílagos corniculados y los cuneiformes, así como la parte posterior de los aritenoides). Todos estos cartílagos están unidos entre sí por ligamentos, y sus movimientos están coordinados por músculos esqueléticos intrínsecos y extrínsecos.

Los cartílagos tiroides y cricoides forman el sostén cilíndrico para la laringe, en tanto que la epiglotis sirve como cubierta del orificio superior, o faríngeo, de la laringe (aditus laríngeo). Durante la respiración, la epiglotis está en posición vertical y permite el flujo del aire, pero durante la deglución de alimentos, líquidos o saliva, cambia a la posición horizontal y cierra la entrada de la laringe. Ocasionalmente los cartílagos aritenoides y corniculados están fusionados, y la mayor parte de los músculos intrínsecos de la laringe mueven a los dos aritenoides, uno en relación con el otro y con el cartílago cricoides.

La luz de la laringe se caracteriza por la presencia de dos pares de pliegues que parecen anaqueles; los ubicados en la parte superior, o pliegues vestibulares, y los inferiores o cuerdas vocales. Los vestibulares no son móviles; su lámina propia (o propria) compuesta de tejido conectivo laxo presenta glándulas seromucosas, células adiposas y elementos linfoides. El borde libre de cada cuerda vocal está reforzado por tejido conectivo elástico denso y dispuesto de manera regular, el ligamento vocal. Los músculos vocales, adheridos a los pliegues del mismo nombre, ayudan a los otros músculos intrínsecos de la laringe en la modificación de la tensión de las cuerdas vocales. Estos músculos también regulan el grosor del espacio entre las cuerdas vocales (hendidura glótica), y permiten, de esta manera, regular la vibración de sus bordes libres al paso del aire exhalado.

Durante la respiración silenciosa, las cuerdas vocales están parcialmente plegadas (retraídas o separadas), y durante la respiración forzada están totalmente retraídas, pero durante la formación están totalmente adosadas y dejan un espacio muy pequeño entre ellas. El movimiento del aire contra los bordes de la cuerdas totalmente juntas produce y modula el sonido (pero no el lenguaje, mismo que se forma por los movimientos de faringe, paladar blando, lengua y labios). Cuanto más largas y más relajadas estén las cuerdas vocales, más profundo será el tono del sonido. Ya que después de la pubertad la laringe del varón es más larga que la de la mujer, los varones tienden a tener voces más profundas que las de las mujeres.

La laringe está cubierta por un epitelio cilíndrico ciliado seudoestratificado, con excepción de las porciones superiores de la epiglotis y de las cuerdas vocales, mismas que están cubiertas por un epitelio estratificado escamoso sin queratina. Los cilios de la laringe se mueven hacia la faringe, con lo que transportan el moco y las partículas atrapadas hacia la boca para que se expectoren o deglutan.

CORRELACIONES CLÍNICAS

La laringitis, inflamación de los tejidos de la laringe, entre ellos las cuerdas vocales, impide que éstas vibren libremente. Las personas que sufren laringitis tienen voz ronca, o bien, sólo pueden susurrar.

La presencia de partículas u otros irritantes en las vías respiratorias superiores, con inclusión de la tráquea y bronquios, desencadena el reflejo de la tos, que consiste en salida explosiva de aire que expulsa al irritante. El reflejo tusígeno se inicia con una inspiración forzada y cierre de la glotis con retracción de las cuerdas vocales, seguida por una contracción forzada de los músculos de la espiración forzada (intercostales y abdominales). La apertura brusca de la epiglotis y de las cuerdas vocales genera la salida del aire con una velocidad mayor a los 180 km. por hora, lo que remueve al irritante con una fuerza enorme.