Su inervación proviene de los nervios adrenérgicos. Por la semejanza de su localización y su histología, se especula que las glándulas sudoríparas apocrinas evolucionaron a partir de las glándulas que secretan sustancias atrayentes sexuales (feromonas) en los animales inferiores. Tiene interés que las glándulas sudoríparas de las mujeres experimentan cambios cíclicos que parecen relacionarse con el ciclo menstrual, de modo que las células secretoras y las luces crecen antes del periodo premenstrual y se retraen durante la menstruación.

El nombre aplicado a estas glándulas sudoríparas especiales, apocrinas, implica que la secreción contiene una parte de citoplasma de las células secretoras, lo que antes se consideraba verdad. Sin embargo, las pruebas de microscopia electrónica indican que no se secreta ninguna parte de la célula secretora; por tanto, más bien el modo de secreción es merocrino. Sin embargo la glándula conserva aún su nombre original.

Glándulas sebáceas

Salvo en lo que respecta a las palmas de las manos, las plantas de los pies y los lados de estos (nosic), se encuentran glándulas sebáceas por todo el cuerpo embebidas en la dermis y la hipodermis. Estas glándulas son más abundantes en la cara, cuero cabelludo y frente. El producto de secreción de estas glándulas, el sebo es una mezcla del tipo de la cera de colesterol y triglicéridos. Se cree que el sebo ayuda a conservar la textura de la piel y la flexibilidad del pelo.

Al igual que las glándulas sudoríparas apocrinas, las glándulas sebáceas son apéndices de los folículos pilosos. Los conductos de las glándulas sebáceas se abren en el tercio superior del conducto folicular, sitio en el que descargan su producto de secreción (Fig. 14-8e). Los conductos de las glándulas sebáceas de ciertas regiones del cuerpo que carecen de folículos pilosos (p. ej. labios, glande el pene, areolas, labios menores y superficie mucosa del prepucio) se abre en la superficie de la piel para vaciar por ahí sus secreciones. Las glándulas sebáceas se encuentran bajo la influencia de las hormonas sexuales, y se vuelven activas después de la pubertad.

Las glándulas sebáceas son lobulillares, con acúmulos de acinos que se abren en conductos cortos únicos. Cada acino está compuesto por células basales pequeñas localizadas de manera periférica (que descansan sobre la lámina basal), y que rodean a células redondas de mayor tamaño que llenan el resto del acino (fig. 14-9L). Las células basales tienen un núcleo esférico, retículo endoplásmico tanto liso como rugoso, glucógeno y gotitas de lípidos. Estas células experimentan división celular para formar más células basales y células redondas más grandes. Las células de mayor tamaño cuentan con REL abundante y citoplasma lleno de gotitas de lípidos. La región central del acino está llena de células en diferentes etapas de degeneración. Estas células de tinción pálida manifiestan sólo bandas de citoplasma, núcleos picnóticos que se tiñen intensamente, plasmalemas rotos y gotitas de lípidos en coalescencia. La síntesis de lípidos prosigue durante un tiempo breve, a lo que sigue necrosis de las células y, por último, descarga de los lípidos y los desechos celulares que forman el producto de secreción (es decir, secreción holocrina). El producto de secreción se descarga en un conducto revestido por epitelio escamoso estratificado que se continúa con el conducto folicular a nivel del folículo piloso.

CORRELACIONES CLINICAS

El acné, enfermedad más frecuente que observan los dermatólogos, es un padecimiento inflamatorio crónico que afecta a las glándulas sebáceas y a los folículos pilosos. Las obstrucciones resultantes de la impacción de sebo y desechos queratinosos dentro de los folículos pilosos es una de las causas de las lesiones del acné. Las bacterias anaerobias que se encuentran cerca de estas obstrucciones pueden contribuir al desarrollo del transtorno, aunque no está clara aún la función de las bacterias. Sin embargo, la eficacia del tratamiento antibiótico del acné se inclina a favor de la participación de bacterias en su patogénesis. La enfermedad es más grave en varones, y se inicia a menudo entre los nueve y los once años de edad, época en la cual las concentraciones crecientes de hormonas sexuales empiezan a estimular a las glándulas sebáceas. El acné puede desaparecer durante los años ulteriores de la adolescencia, pero quizá no se resuelva hasta el cuarto decenio de la vida. En algunas personas el acné no se inicia hasta la edad adulta.