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TEGUMENTOS

Los tegumentos, compuestos por la piel y sus apéndices, las glándulas sudoríparas, las glándulas sebáceas, el pelo y las uñas, forman en conjunto el órgano más grande del cuerpo, que constituye 16% de su peso. Revisten a todo el cuerpo, y se continúan con las mucosas del sistema digestivo a nivel de los labios y el ano, con el sistema respiratorio a nivel de la nariz, y con el sistema urogenital en los sitios en que sus componentes comunican con la superficie. Por añadidura, la piel de los párpados se continúan con la conjuntiva que reviste a las porciones anteriores del ojo y de la órbita. La piel reviste también al meato auditivo externo y cubre la superficie externa de la membrana timpánica.

PIEL

Además de ofrecer una cubierta para los tejidos blandos subyacentes, la piel se encarga de muchas funciones adicionales, como protección contra las lesiones, la invasión bacteriana y la desecación, regulación de la temperatura corporal, recepción de las sensaciones continuas provenientes del ambiente (p. ej., tacto, temperatura y dolor), excreción desde las glándulas sudoríparas, y absorción de la radiación ultravioleta del sol para la síntesis de vitamina D.

La piel está constituida por dos capas, la externa llamada epidermis y la del tejido conectivo más profunda llamada dermis (fig. 14-1e). La epidermis está compuesta por epitelio escamoso estratificado derivado del ectodermo. Directamente por debajo interdigitándose con la epidermis se encuentra la dermis, derivada del mesodermo y compuesta por tejido conectivo colágeno denso irregular. La interfase entre la epidermis y la dermis se encuentra formada por rebordes elevados de la dermis, llamados rebordes (clavos o papilas) dérmicos, que se interdigitan con las invaginaciones de la epidermis, que se llaman rebordes epidérmicos. Los crecimientos adicionales hacia el interior desde los derivados epidérmicos (p. ej., folículos pilosos, glándulas sudoríparas y sebáceas) que se ubican en la dermis hacen que la interfase adopte un contorno irregular. Por debajo de la piel se encuentra la hipodermis, capa de tejido conectivo laxo que contiene diversas cantidades de grasa. La hipodermis no es parte de la piel, sino que constituye la fascia superficial que cubre a todo el cuerpo, inmediatamente por debajo de la piel. En las personas que están nutridas en exceso o que viven en climas frios se deposita una gran cantidad de grasa en la fascia superficial (hipodermis), que se denomina panículo adiposo o tejido adiposo subcutáneo.

En ciertas regiones del cuerpo la piel pone de manifiesto texturas y grosores diferentes. Por ejemplo, la piel de los párpados es suave, fina y delgada y tiene pelos finos, en tanto que, a corta distancia, en la ceja, la piel es más gruesa y produce pelo áspero. La piel de la frente produce secreciones aceitosas; la piel de la barbilla carece de secreciones aceitosas, y desarrolla mucho pelo en el varón, no así en la mujer normal.

Las palmas de las manos y plantas de los pies son gruesas y no producen pelo, pero contienen muchas glándulas sudoríparas. Por añadidura, las superficies almohadilladas de los dedos de las manos y de los pies tienen rebordes y surcos alternantes bien definidos que forman patrones de asas, curvas, arcos y tejido rizado que se denominan dermatoglifos (huellas digitales), que se desarrollan desde la etapa fetal y se conservan sin cambios durante toda la vida. Estas huellas digitales están tan individualizadas que se emplean para finalidades de identificación en las investigaciones criminales. Aunque las huellas digitales se establecen de manera genética, quizá por la acción de muchos genes, en su mayor parte los otros surcos y las líneas de plegadura a nivel de rodillas, codos y manos se relacionan, en su mayor parte, con las actividades ordinarias y las tensiones físicas del ambiente en que vive el individuo.

EPIDERMIS

La epidermis tiene un espesor de 0.07 a 0.12 mm sobre la mayor parte del cuerpo, con engrosamientos localizados en las palmas de las manos (0.8 mm) y las plantas de los pies (1.4 mm).