Los tres tipos de células reticulares epiteliales aíslan por completo a la corteza tímica y, de esta manera, impiden el desarrollo de células T a partir del contacto con antígenos extraños. Las células de los tipos II y III presentan también autoantígenos y moléculas MHC I y MHC II, a las células T en desarrollo. Los linfocitos T cuyos TCR reconocen a las autoproteínas, o cuyas moléculas CD4 o CD8 no pueden reconocer a las moléculas MHC1 o MHC2, se destruyen antes que puedan dejar la corteza. Tiene interés observar que 98% de las células T mueren en la corteza y la fagocitan los macrófagos residentes. Las células T sobrevivientes entran en la médula del timo como linfocitos T ingenuas y se distribuyen hacia órganos linfoides secundarios por el sistema vascular.

MÉDULA:

La médula del timo se tiñe de un color mucho más claro que la corteza, porque su población de linfocitos no es tan profusa y alberga un gran número de células reticulares epiteliales derivadas del endotelio (fig. 12-5e y 12-6L). Son tres los tipos de células reticulares epiteliales de la médula:

Riego Vascular:

El timo recibe numerosas arterias pequeñas, que entran por la cápsula y se distribuyen por todo el órgano a través de las trabéculas entre lóbulos adyacentes. Las ramas de estos vasos no logran acceso hacia la corteza directamente; más bien, a partir de las trabéculas entran en la unión corticomedular, sitio en el que forman lechos capilares que penetran en la corteza.