Sin embargo, antes de que pueda emitirse la señal la célula TH1 debe resultar activada por una célula presentadora de antígeno que le ofrezca el epítope apropiado (fig. 12-3e).

SEÑAL 1: El TCR y la molécula CD4 de una célula Th1 debe reconocer al complejo de epítope y MHCII sobre la superficie de la célula presentadora del antígeno. Si ocurren estos acontecimientos. la célula presentadora del antígeno expresará sobre su superficie una molécula llamada B7.

SEÑAL 2: La molécula CD28 de la célula TH1 se fija a la molécula B7 de la célula presentadora del antígeno.

La célula TH1 se activa en estos momentos y descarga interleucina 2 (IL-2), lo que producirá activación y proliferación de la célula T citotóxica (CTL), en tanto esta célula se encuentre fija a alguna célula presentadora del antígeno, y si se satisfacen las condiciones que siguen:

SEÑAL 1: El TCR y la molécula CD8 del CTL deben reconocer al complejo del epítope y MHC I de la célula presentadora del antígeno; la molécula CD28 del CTL debe fijarse en la molécula B7 de la célula presentadora del antígeno.

SEÑAL 2: la IL-2 descargada por la célula TH1 se fija a los receptores IL-2 del linfocito T citotóxico.

Ahora el CTL se activa y prolifera con rapidez. Los CTL recién formados buscarán a células transformadoras por virus mediante sus TCR y sus moléculas CD8 al complejo del epítope y MHC I transformado de la célula. La fijación produce liberación de perforinas y fragmentinas por las células asesinas. Las perforinas constituyen un grupo de proteínas que entran en las membranas celulares de las células transformadas, y forman poros hidrofílicos. Las fragmentinas son enzimas que entran en las células transformadas por estos poros y conducen a las células hacia la apoptosis, forma de muerte celular programada, con lo que éstas mueren en unos cuantos minutos.