12

Sistema linfoide (inmunológico)

El sistema linfoide es el encargado de las defensas inmunológicas del cuerpo. Algunos de los órganos componentes como, ganglios linfáticos, timo y bazo, se encuentran encerrados en cápsulas de tejido conectivo, en tanto que sus otros componentes, miembros del sistema linfoide difuso, no están encapsulados. Las células del sistema linfoide protegen al cuerpo contra macromoléculas extrañas, los virus y las bacterias y otros organismos invasores, lo mismo que contra las células transformadas.

Generalidades sobre el sistema inmunológico

La reacción inmunológica manifiesta cuatro propiedades distintivas: 1) especificidad, 2) diversidad, 3) memoria y 4) reconocimiento de lo propio y lo extraño (capacidad para distinguir entre estructuras que pertenecen al organismo o propias, y las que son extrañas, o no propias). Los linfocitos B y T son los que manifiestan estas cuatro características. Los linfocitos, junto con las células presentadoras de antígenos, inician la reacción inmunológica y participan en ella. Estas células se comunican entre sì mediante moléculas de señalamiento, conocidas como citocinas, que se descargan como reacción a los encuentros con sustancias extrañas, llamadas antígenos.

El reconocimiento de una sustancia como extraña estimula una sucesión compleja de reacciones que dan por resultado 1) producción de inmunoglobulinas, que se fijan al antígeno, o 2) inducción de un grupo de células que se especializan en matar a las células extrañas propias alteradas (p. Ej., células tumorales). La reacción inmunológica que depende de la formación de anticuerpos se denomina reacción inmunológica humoral, en tanto que la reacción citotóxica se conoce como reacción inmunológica mediada por células.

Los tres tipos de células que constituyen los componentes funcionales del sistema inmunológico (células T, células B, células presentadoras de antígenos) se forman en la médula ósea. Las células B se vuelven inmunocomponentes en la médula ósea, en tanto que las células T emigran hacia el timo para adquirir esta propiedad; por tanto, estos dos órganos se denominan órganos linfoides primarios (centrales). Una vez que los linfocitos se vuelven inmunocomponentes en la médula ósea o en el timo, emigran hacia los órganos linfoides secundarios (periféricos), es decir al tejido linfoide difuso, ganglios linfáticos y bazo, sitios en los que entran en contacto con los antígenos.

Inmunógenos y antígenos

La estructura extraña que puede desencadenar una reacción inmunológica en un huésped en particular se denomina inmunógeno; el antígeno es una molécula que puede reaccionar con un anticuerpo, independientemente de su capacidad para desencadenar una reacción inmunológica. Aunque no todos los antígenos son inmunógenos, en esta obra se asumirá que ambos términos son sinónimos, y sólo se empleará el término antígeno.

La región del antígeno que reacciona con el anticuerpo (o con el receptor en la célula T) se denomina epítope, o determinante antigénico. Cada epítope es una porción pequeña de la molécula de antígeno, y consiste sólo en cuatro a seis residuos no ácidos o azúcares hidrofílicos que son accesibles al sistema inmunológico. Los grandes invasores extraños, como las bacterias, cuentan con varios epítopes, cada uno capaz de fijarse a un anticuerpo diferente.

CORRELACIONES CLINICAS

La complejidad de una sustancia extraña es también importante para determinar su antigenicidad. De aquí que las grandes moléculas poliméricas que tienen composiciones químicas relativamente simples, como ciertos plásticos elaborados por el hombre, tengan inmunogenicidad mínima, y se empleen por tanto para fabricar los implantes artificiales ( como sucede en la restitución de cadera).