Es frecuente la hemorragia en las personas que sufren este trastorno, pero es generalizada y se produce a partir de vasos pequeños, y el resultado son manchas purpúricas en la piel. Se cree que este trastorno es una enfermedad autoinmune, en la que se forman anticuerpos contra las propias plaquetas y éstos las destruyen.

Médula ósea

La cavidad medular de los huesos largos y los intersticios entre las trabéculas de los huesos esponjosos albergan al tejido blando gelatinoso y muy vascularizado y celular conocido como médula. Se encuentra aislada del hueso por el endostio (compuesto por células osteogénicas, osteoblastos y osteoclastos ocasionales). La médula ósea constituye casi 5% del peso corporal total. Es la encargada de la formación de las células sanguíneas (hematopoyesis) y su descarga en el sistema circulatorio, y efectúa esta función desde el quinto mes de la vida prenatal hasta que la persona fallece. La médula ósea ofrece también un microambiente para gran parte del proceso de maduración de los linfocitos B y para la maduración inicial de los linfocitos T.

La médula del neonato es médula roja por el gran número de eritrocitos que se producen en ella. Sin embargo, hacia los 20 años de edad las diáfisis de los huesos largos albergan sólo médula amarilla a causa de la acumulación de grandes cantidades de grasa y de la ausencia de hematopoyesis en estas partes de los huesos largos.

El riego sanguíneo de la médula posea se deriva de las arterias nutricias que perforan las diáfisis a través de los agujeros nutricios, túneles que conducen desde la superficie externa del hueso hacia la cavidad medular. Estas arterias entran en la cavidad medular y originan cierto número de vasos pequeños localizados en la periferia que emiten numerosas ramas tanto a nivel central, hacia la médula, como a nivel periférico, hacia el hueso cortical. Los vasos que entran en el hueso cortical se distribuyen por los conductos de Havers y de Volkman para regar al hueso compacto. Las ramas dirígidas en sentido central descargan su sangre en la red extensa de grandes sinusoides (45 a 80 mm de diámetro). Estos sinusoides drenan en una vena longitudinal central, que a su vez descarga su contenido en venas que dejan al hueso por el conducto nutricio. Es interesante observar que las venas son más pequeñas que las arterias, con lo que se establece una presión hidróstática elevada dentro de los sinusoides que impide su colapso. Venas, arterias y sinusoides forman el compartimiento vascular, y los espacios intercalados están llenos de islotes de células hematopoyéticas pleomórficas que se fusionan entre sí y forman el compartimiento hematopoyético(fig. 10-13L).

Los sinusoides están revestidos por células endoteliales y se encuentran rodeados por hileras más delgadas de fibras reticulares y gran número de células reticulares adventicias. Las proyecciones de las células reticulares adventicias entran en contacto con la membrana basal escasa de las células endoteliales, y abarcan una gran parte de la superficie sinusoidal. Otras proyecciones de estas células se apartan de los sinusoides y se ponen en contacto con proyecciones similares de otras células reticulares adventicias, con lo que se produce una red tridimensional que rodea a cordones hematopoyéticos definidos (islotes).