La micrografías electrónicas de los linfocitos ponen de manifiesto una cantidad escasa de citoplasma periférico que alberga unas cuantas mitocondrias, un aparato de Golgi y unos cuantos perfiles de retículo endoplásmico rugoso (RER). Por añadidura, son manifiestos también un número pequeño de lisosomas que representan gránulos azurofilicos de 0.5 mm de diámetro, y una provisión abundante de ribosomas (fig. 10-9t). Aunque los linfocitos se describen con mayores detalles en el capítulo 12, conviene hacer aquí una introducción a sus propiedades y funciones.

Tipos de linfocitos

Los linfocitos se pueden subclasificar en tres categorías funcionales, que son: linfocitos B (células B), linfocitos T (células T) y células nulas. Aunque desde el punto de vista morfológico son similares, se pueden distinguir desde el punto de vista inmunocitoquímico por las diferencias en sus marcadores de superficie (cuadro 10-3c). Cerca de 80% de los linfocitos circulantes son células T, cerca de 5% son células B y las restantes son células nulas. Sus vidas medias difieren también con amplitud: algunas células T pueden vivir por años, en tanto que algunas células B mueren en unos cuantos meses.

Funciones de las células B y T

Los linfocitos no tienen función alguna mientras se encuentran en el torrente sanguíneo, pero en el tejido conectivo se encargan del funcionamiento apropiado del sistema inmunológico. Con objeto de ser competentes desde este punto de vista, emigran hacia los compartimientos específicos del cuerpo para madurar y expresar marcadores y receptores de superficie específicos. Las células B entran en regiones hasta ahora no identificadas de la médula ósea, en tanto que las células T emigran hacia la corteza del timo. Una vez que se han vuelto competentes desde el punto de vista inmunológico, dejan sus sitios respectivos de maduración, entran en el sistema linfoide y experimentan mitosis, con lo que forman clonas de células indénticas. Todos los miembros de una clona en particular reconocen al mismo antígeno y reaccionan a éste.

Después de la estimulación por un antígeno específico, las células tanto B como T proliferan y se diferencian en dos subpoblaciones, células de memoria y células efectoras. Las células de memoria no participan en la reacción inmunológica, pero se conservan como parte de la clona con una "memoria inmunológica" lista para desencadenar una reacción contra la exposición subsecuente a un antígeno o a una sustancia extraña particulares.

Células efectoras

Las células B son las encargadas del sistema inmunológico mediado de manera humoral; esto es, se diferencian en células plasmáticas, que producen anticuerpos contra antígenos. Las células T son las encargadas del sistema inmunológico mediado por células. Algunas células T se diferencian en células T citotóxicas (CTL; células T asesinas), que hacen contacto físico con las células extrañas o alteradas por virus y las matan. Por añadidura, ciertas células T se encargan de iniciar y desarrollar (células T cooperadoras) o suprimir (células T supresoras) la mayor parte de las reacciones inmunológicas mediadas de maneras humoral y celular. Lo hacen al descargar moléculas de señalamiento conocidas como citocinas (linfocinas) que desencadenan reacciones específicas en otras células del sistema inmunológico (descrito con detalles en el capítulo 12).

Células nulas

Las células nulas están compuestas por dos poblaciones definidas, células madres circulantes, que originan todos los elementos figurados de la sangre, y células NK (células asesinas naturales, NK por el inglés "natural killer"). Estas células NK pueden matar a ciertas células extrañas y a otras alteradas por virus sin la influencia del timo o de las células T.

Plaquetas

La plaquetas (trombocitos o tromboplástidos) son fragmentos celulares no nucleados pequeños y en forma de discos que se derivan de los megacariocitos de la médula ósea. Las plaquetas miden 2 a 4 mm de diámetro (en los frotis sanguíneos) (figs. 10-2e y 10-3L); en las micrografías de luz manifiestan una región periférica clara, llamada hialómero, y una región central más oscura, el granulómetro. El plasmalema de la plaqueta tiene numerosas moléculas receptoras lo misma que un glucocáliz relativamente grueso (de 15 a 20 nm). En la sangre normal se encuentran entre 250 000 y 400 000 plaquetas por mm3 y tienen una vida media menor de 14 días.

Túbulos y gránulos plaquetarios

Las micrografías electrónicas de las plaquetas ponen de manifiesto 10 a 15 microtúbulos distribuídos de manera paralela entre sí y que forman un anillo dentro del hialómero. Los microtúbulos ayudan a las plaquetas a conservar su morfología discoidea. Asociados con este haz de microtúbulos se encuentran monómeros de actina y miosina, que pueden ensamblarse con rapidez para formar un sistema contráctil. Por añadidura, hay dos sistemas tubulares presentes en el hialómero, el sistema de superficie de apertura (de conexión) y el sistema tubular denso (figs. 10-10e y 10-11t).