Esto da por resultado disminución de la tensión de oxígeno, y estas células en consecuencia se vuelven condrogénicas y originan a los condroblastos que forman el cartílago en las partes externas del cuello óseo. La capa más externa de las células osteogénicas proliferativas (las adyacentes a la capa fibrosa del periostio), por poseer ciertos capilares en su parte intermedia, siguen proliferando como células osteogénicas. Por tanto, el cuello óseo manifiesta tres zonas que se entremezclan: una capa de hueso nuevo cementado sobre el hueso del fragmento, una capa intermedia de cartílago y una capa superficial osteogénica proliferativa. Entre tanto, los cuellos formados sobre los extremos de cada fragmento se fusionan en uno sólo, que se denomina callo externo, lo que consuma la unión de los fragmentos. El crecimiento sostenido del collar externo se deriva principalmente del cartílago en su zona intermedia.

La matriz de cartílago adyacente al nuevo hueso formado en la región más profunda del collar se calcifica y queda sustituida, por último, por hueso esponjoso. Finalmente, todo el cartílago queda sustituido por hueso primario mediante formación endocondral del hueso.

Una vez que los fragmentos del hueso están unidos por la formación de puentes de tejido poroso, es necesario remodelar el sitio de lesión mediante restitución del tejido primario por hueso secundario y resolución del callo.

El primer hueso elaborado sobre la superficie del hueso lesionado se desarrolla por formación intermembranosa de hueso, y las nuevas trabéculas quedan firmemente cimentadas sobre el hueso lesionado o muerto. Se resorben las matrices del hueso muerto localizadas en los espacios vacíos entre las nuevas trabéculas óseas en desarrollo, y se llenan los espacios con hueso nuevo. Por último, se resorbe todo el hueso muerto y queda restituido por hueso nuevo formado por los osteoblastos que invaden la región. Estos sucesos ocurren de manera simultánea, lo que da por resultado reparación de la fractura por hueso esponjoso rodeada por un callo óseo.

Durante los sucesos de la remodelación, el hueso primario proveniente de la formación intramembranosa queda sustituido por hueso secundario, lo que refuerza en mayor grado aún la zona de fractura reparada, y al mismo tiempo se resorbe el callo. Al parecer los procesos de cicatrización y remodelación en el sitio de fractura son una reacción directa a las tensiones aplicadas en ese sitio; por último, se restauran las forma y la resistencia originales de la zona reparada. Es interesante que la reparación ósea consiste en formación de cartílago y en formación tanto intramembranosa como endocondral de hueso.

CORRELACIONES CLINICAS

Si se pierden o lesionan segmentos de hueso de manera tan grave que es necesario retirarlos, no será posible la "unión ósea"; esto es, no puede ocurrir el proceso de reparación ósea porque no se formará callo óseo. En los casos de esta clase se requiere un injerto de hueso. Se dispone de bancos de huesos desde el decenio de 1970 que proveen a los solicitantes de hueso viable con finalidades de injerto. Los fragmentos óseos se cosechan y congelan para preservar su potencial osteogénico, y a continuación los cirujanos ortopedistas los emplean para el transplante. Los autoinjertos son los que tienen mejores resultados, puesto que el receptor del transplante es también donador. Los homoinjertos provienen de individuos diferentes de la misma especie, y pueden experimentarse rechazo a causa de reacción inmunológica. Los heteroinjertos, que son injertos provenientes de diversas especies, tienen menos buenos resultados, aunque se ha demostrado que el hueso de ternera pierde parte de su antigenicidad después de refrigerarse, lo que lo vuelve un injerto óseo de utilidad cuando es necesario.

Histofisiología del hueso

El hueso brinda sostén a los tejidos blandos del cuerpo y protege al sistema nervioso central y al tejido hematopoyético. También brinda fijación a los tendones de los músculos, que se valen de los huesos como palancas para satisfacer las necesidades de locomoción. Tiene el mismo grado de importancia que el hueso sirva como reservorio de calcio y fosfato esenciales para conservar las concentraciones adecuadas de estos elementos en la sangre y otros tejidos del cuerpo.

Conservación de las concentraciones sanguíneas de calcio

El calcio es vital para la actividad de muchas enzimas, y también funciona en la permeabilidad de las membranas, la adhesión celular, la coagulación de la sangre y la contracción muscular, entre otros procesos corporales. Para satisfacer todas las necesidades funcionales en las que es indispensable el calcio, debe conservarse una concentración plasmática muy controlada de 9 a 11 mg por 100 mililitros.

Como 99% del calcio del cuerpo se encuentra almacenado en el hueso en forma de cristales de hidroxipatita, debe disponerse de la proporción restante de 1% para la movilización desde el hueso en plazo breve. De hecho, ocurre un recambio constante entre los iones de calcio del hueso y la sangre. Los iones de calcio recuperados del hueso para conservar las concentraciones sanguíneas del mismo provienen de las osteonas nuevas y viejas, en las cuales la mineralización es incompleta. Como la remodelación del hueso es constante, se están formando siempre nuevas osteonas que dejan iones de calcio lábiles disponibles para esta finalidad. Parece que las osteonas viejas se mineralizan con mayor intensidad; como consecuencia, se dispone menos de sus iones de calcio.