Por ejemplo, algunos complejos de hormona y receptor estimulan a la adenilatociclasa para que sintetice monofosfato cíclico de adenosina (adenosinmonofosfato cíclico, cAMP), que a su vez estimula a la cinasa A de proteínas en el citosol. En este caso, el cAMP actúa como segundo mensajero. Se ha identificado varios segundos mensajeros, entre ellos monofosfato 3’, 5’ de guanosina (3’, 5’ guanosinmonofosfato, cGMP), metabolitos del fosfatidilinositol, iones de calcio e iones de sodio (en las neuronas).

Algunos receptores de hormonas están asociados a proteínas fijadoras del trifosfato de guanosina (guanosintrifosfato) (proteínas G), que acoplan al receptor con las reacciones de las células blancos inducidas por la hormona. Los receptores de adrenalina, hormona estimulante de la glándula tiroides (TSH) y serotonina, por ejemplo, utilizan proteínas G para activar a un segundo mensajero, que a su vez desencadena una reacción metabólica. Otras hormonas, como insulina y hormona del crecimiento, se valen de receptores catalíticos que activan a cinasas de las proteínas blancos.

Una vez que una hormona ha activado a su célula blanco, se genera una señal inhibidora y vuelve hacia la glándula endocrina (mecanismo de retroalimentación), ya sea de manera directa o de manera indirecta, para detener la secreción de la hormona. El mecanismo de retroalimentación también opera de otra manera: cuando la concentración de la hormona es insuficiente para desencadenar una reacción metabólica adecuada en la célula blanco, se descarga una señal de retroalimentación positiva que viaja hasta la glándula endocrina e inicia e incrementa la secreción de hormonas. Por tanto, la regulación de las glándulas endocrinas conserva la homeostasia por medio del mecanismo de retroalimentación.

Muchas de las hormonas que circulan en la sangre se encuentran en exceso. Suelen estar fijas en proteínas plasmáticas, lo que las vuelve inactivas. Las hormonas quedan permanentemente inactivadas en su tejido blanco; por añadidura, se puede degradar y destruir en el hígado y el riñón.

Glándula hipófisis

La hipófisis es una glándula endocrina que produce diversas hormonas encargadas de regular el crecimiento, la reproducción y el metabolismo. Cuenta con dos subdivisiones, que se desarrollan a partir de dos orígenes embriológicos diferentes: La adenohipófisis se desarrolla a partir de una evaginación (bolsa de Rathke) del ectodermo oral que revista a la cavidad oral primitiva (estomodeo); y la neurohipófisis que se desarrolla a partir del ectodermo neural como crecimiento del diencéfalo hacia abajo. De manera subsecuente, tanto adenohipófisis como neurohipófisis se unen y encapsulan en un solo órgano. Como cada subdivisión tiene un origen embrionario claramente diferente, también difieren los constituyentes celulares y las funciones de cada una de estas partes.

La glándula hipófisis se encuentra por debajo del hipotálamo, con el que está conectado por un tallo o pedículo, y se extiende hacia abajo desde el diencéfalo. Descansa sobre la fosa hipofisiaria, depresión ósea en la silla turca del hueso esfenoides que está revestido por duramadre y cubierto por una parte de la dura, denominado diafragma de la silla. La glándula mide 1.5 x 1 a 1 cm aproximadamente; y pesa cerca de 0.5 gr en los varones y un poco más en las mujeres.

La hipófisis está conectada mediante fascículos nerviosos con el encéfalo; cuenta también con un riego vascular rico proveniente de vasos que riegan al encéfalo, lo que atestigua la intercoordinación de ambos sistemas para conservar el equilibrio fisiológico. De hecho, la secreción de casi todas las hormonas producidas por la hipófisis se encuentra bajo el control de señales hormonales o nerviosas provenientes del hipotálamo. Tiene interés observar que, además de controlar a la hipófisis, el hipotálamo recibe también estimulación desde diversas zonas del sistema nervioso central: información relacionada con las concentraciones plasmáticas circulantes de electrólitos y hormonas, y control del sistema nervioso autónomo; por tanto, es el centro encéfalico para la conservación de la homeostatia.

Dentro de cada subdivisión de la hipófisis se encuentran varias regiones, con nombres diferentes, que cuentan con células especializadas que descargan hormonas diferentes. A continuación se ofrece una lista de las subdivisiones de la hipófisis y las regiones designadas de cada una (figs. 13-1e y 13-2e).

Parte distal (pars distalis, pars anterior)

Parte intermedia (pars intermedia)

Parte tuberal (pars tuberalis)

  • Neurohipófisis (hipófisis posterior)
  • Eminencia mediana

    Infundíbulo

    Parte nerviosa (pars nervosa)

    Al concluir el desarrollo, la parte tuberal (pars tuberalis) de la adenohipófisis rodea al infundíbulo y a la parte nerviosa (pars nervosa) de la neurohipófisis, con lo que se forma el lóbulo posterior. Interpuestos entre los lóbulos anterior y posterior se encuentran los residuos de la bolsa de Rathke (células epiteliales) que rodean a un coloide amorfo. La parte tuberal (pars tuberalis) constituye un manguito alrededor del tallo del infundíbulo.

    Riego sanguíneo y control de la secreción

    El riego arterial de la hipófisis proviene de dos pares de vasos que se originan en la arteria carótida interna (fig. 13-2e). Las arterias hipofisiarias superiores riegan a la parte tuberal (pars tuberalis) y al infundíbulo.

    265