Los receptores sensitivos de la piel envían señales al centro regulador de la temperatura del encéfalo, lo que da por resultado emisión de impulsos nerviosos simpáticos que se descargan directamente en las células grasas pardas. El neurotransmisor nor adrenalina activa a la enzima que segmenta a los triglicéridos en ácidos grasos y glicerol, con lo que se inicia la producción de calor por oxidación de los ácidos grasos en las mitocondrias. La termogenina, proteína transmembranal localizada en la membrana interna de las mitocondrias, permite el flujo retrógrado de protones en vez de utilizarlos para la síntesis de trifosfato de adenosina; como resultado de la oxidación desacoplada a partir de la fosforilación, el flujo de protones genera energía que se dispersa como calor.

Hitogénesis del tejido adiposo

Se cree que las células adiposas se derivan de células mesenquimatosas indiferenciadas, como se mencionó con anterioridad, aunque no ha podido identificarse a la célula madre real, que se llamaría lipoblasto o preadipocito. Si embargo, en estudios recientes efectuados in vitro se ha demostrado que las células que manifiestan cualidades parecidas a las de las células adiposas difieren de las que manifiestan cualidades parecidas a las de los fibroblastos.

El criterio más predominante consiste en que el tejido adiposo se desarrolla por dos procesos separados. Se produce formación primaria de grasa al principio de la vida fetal, durante el que se distribuyen grupos de células epitelioides precursoras en ciertas localizaciones en el feto en desarrollo; en estos tejidos empiezan a acumularse gotitas de lípidos en forma de tejido adiposo pardo. Cerca del final de la vida fetal, otras células precursoras fusiformes se diferencian en muchas zonas del tejido conectivo dentro del feto y empiezan a acumular lípidos, que entran en coalescencia en una sola gotita dentro de cada célula, con lo que se forman las células grasas uniloculares que se encuentran en los adultos. Este último proceso se ha denominado formación secundaria de grasa.

CORRELACIONES CLÍNICAS

Los tumores de los tejidos adiposos pueden ser benignos o malignos. Los lipomas son tumores benignos frecuentes de los adipocitos, en tanto que los liposarcomas son tumores malignos de estas células. Esta última forma es más frecuente en las piernas y en los tejidos retroperitoniales, aunque esos tumores se pueden formar en cualquier parte del cuerpo. La células tumorales pueden dar la impresión de adipocitos uniloculares o parecer adipocitos multiloculares, otra indicación de que el ser humano adulto posee en realidad ambos tipos de tejido adiposo.