Los macrófagos activados varían considerablemente de forma, poseen microvellosidades y lamelipodios, y ponen de manifiesto locomoción incrementada en comparación con los macrófagos inactivados. Los macrófagos desempeñan también una función clave en la presentación de los antígenos a los linfocitos, como se describe en el capítiulo 12.

Células transitorias del tejido conectivo.

Todas las células transitorias del tejido conectivo se derivan de células precursoras de la médula ósea (fig. 6-1e).

Células plasmáticas.

Aunque las células plasmáticas se encuentran diseminadas por el tejido conectivo, sus números son más abundantes en las zonas de inflamación crónica y en los sitios en que han entrado en los tejidos sustancias extrañas o microorganismos. Estas células diferenciadas, que se derivan de los linfocitos B que han entrado en interacción con un antígeno, producen y secretan anticuerpos (cap. 10 y 12). Las células plasmáticas son grandes células ovoides de 20 um de diámetro, con un núcleo de colocación excéntrica y una vida relativamente breve de dos a tres semanas. Su citoplasma es intensamente basófilo como resultado de un RER bien desarrollado con cisternas estrechamente espaciadas (fig. 6-13L). Sólo se encuentran unas cuantas mitocondrias diseminadas entre los perfiles del retículo endoplásmico rugoso. Las micrografías electrónicas manifiestan también un gran complejo yuxtanuclear de Golgi y un par de centríolos (figs. 6-14e y 6-15t). Estas estructuras se encuentran localizadas en las regiones de tinción pálida adyacentes al núcleo en las micrografías de luz. El núcleo esférico posee heterocromatina que se proyecta a manera de rayos desde el centro, y da el aspecto característico de "carátula de reloj" o de "rueda de carreta" bajo el microscopio de luz.

Leucocitos

Los leucocitos son glóbulos blancos que circulan en la sangre. Sin embargo, a menudo emigran a través de las paredes capilares para entrar en el tejido conectivo, sitio en el que efectúan diversas funciones, en especial durante la inflamación.

Los neutrófilos fagocitan y vigilan a las bacterias en las zonas de inflamación aguda, lo que tiene como resultado formación de pus, que es una acumulación de neutrófilos muertos y detritus. Al igual que los neutrófilos, los eosinófilos se ven atraídos hacia las zonas de inflamación por la acción de los factores quimiotácticos de los leucocitos. Los eosinófilos combaten a los parásitos mediante descarga de citotoxinas. Se ven atraídos también hacia los sitios de inflamación alérgica, en los que moderan a ésta. Se encuentran linfocitos sólo en números pequeños en la mayor parte del tejido conectivo, salvo en los sitios de inflamación crónica, en los que abundan. En el capítulo 10 se ofrece una descripción más detallada de los leucocitos, y en el capítulo 12 se hace lo mismo con los linfocitos.