La información relacionada con los movimientos lineales y circulares de la cabeza, reconocidos por los receptores del oído interno, se transmite hacia el encéfalo por el nervio acústico. Se interpretan dentro del cerebro y se inician los ajustes del equilibrio mediante activación de grupos musculares específicos encargados de la postura.

Función coclear

Las ondas sonoras captadas por el oído externo pasan hacia el meato auditivo externo y se reciben en la membrana timpánica, que como consecuencia empieza a moverse. Desde el punto de vista funcional, la membrana timpánica convierte a las ondas sonoras en energía mecánica. La vibraciones de la membrana timpánica ponen en movimiento el martillo y, de manera consecuente, a los dos huesecillos restantes. Gracias a las características mecánicas ofrecidas por las articulaciones de los tres huesecillos auditivos, la energía mecánica se amplifica cerca de 20 veces cuando llega a la placa del estribo, en el sitio en que ésta se enclava sobre la membrana de la ventana vestibular (ventana oval). Los movimientos de la ventana oval inician ondas de presión en la perilinfa dentro de la rampa vestibular. Como el líquido (en este caso de la perilinfa) es incompresible, la onda pasa a todo lo largo de la rampa vestibular, por el helicotrema, hasta llegar a la rampa timpánica. La onda de presión en la perilinfa de esta última hace que la membrana basilar vibre. Como el órgano de Corti está firmemente unido a la membrana basilar, se traduce un movimiento de vaivén dentro de la membrana basilar en un movimiento de fricción sobre los estereocilios de la células vellosas que están embebidos en la membrana tectorial rígida suprayacente. Cuando la fuerza de fricción produce doblez de los estereocilios más bajos hacia los estereocilios más altos, la célula queda despolarizada y, por tanto, genera un impulso que se transmite por las sinapsis hacia las fibras nerviosas aferentes (fig. 22-17e)

No ha podido dilucidarse de qué manera se distinguen las diferencias en la frecuencia o el tono del sonido. Desde hace mucho se cree que la membrana basilar, que se vuelve más corta con cada vuelta del caracol, vibra a frecuencias diferentes en relación con su anchura. Por tanto, los sonidos de baja frecuencia se percibirán cerca de la base del caracol, en tanto que los de alta frecuencia se identificarán cerca del vértice de éste. Pruebas recientes sugieren que la estimulación eferente de las células vellosas les hace variar su longitud lo que altera su reacción a las diferentes frecuencias.